martes, 27 de septiembre de 2016

DOCENTES 2.0v

La labor docente implica un constante desarrollo. Este desarrollo a su vez nos invita a resignificar y repensar el trabajo de los educadores con el fin de fortalecer el perfil de los nuevos ciudadanos. Es decir, las sociedades cambian y con ella la función de la escuela. El profesional de la educación no puede quedarse estático en su lugar de comodidad, tiene la obligación de ajustarse a las nuevas necesidades de estas sociedades, de los jóvenes, de las instituciones.
El uso de la tecnología es una materia pendiente para la docencia. A pesar de estar inmersos en pleno siglo XXI recién estamos iniciando el camino, prometedor, sin dudas. Sin embargo, aún nos falta mucho por transitar.  
No es sorprendente escuchar frases como “los chicos de hoy nacen con la computadora (o celular) bajo el brazo”, destacando su innata capacidad de manejo de los elementos electrónicos. Sin embargo, esto no quiere decir que sepan darle un uso apropiado o provechoso a esa capacidad. Pero el profesional de la educación, nacido en el siglo pasado (como todos), si lo puede hacer. El maestro puede que no sea el mayor experto en el uso de los elementos electrónicos pero tiene el conocimiento de enfoques que ayudan a darle una finalidad a las cosas. Es decir, saben plantearse un objetivo en base a preguntas que tienen que ver con ese objetivo y no con otro, como ¿Por qué?  ¿Cómo? ¿Porqué de esta manera y no de otra? ¿Por qué con estas herramientas y no con otras? En base a ¿Qué necesidades? Etc. Preguntas necesarias para poder realizar cualquier cosa en la vida. Hasta tomar decisiones.
 Unir estratégicamente la tecnología con lo educativo no es fácil. Los que trabajamos en educación debemos comprometernos con esta nueva manera de enseñar porque de otra, los educandos sienten a la escuela como un lugar donde lo que aprenden no les sirve para afrontar problemas cotidianos, y tienen razón. La mayoría de los profes tienen buenas intenciones. Dedican mucho tiempo a sus clases, utilizan muchas herramientas con el fin de motivar a sus alumnos y así conseguir su atención, como lo lúdico. Aún así, se ve el fracaso. Es que a veces las buenas intenciones no alcanzan, debemos ponernos en el lugar de los jóvenes de hoy y preguntarnos qué perfil de alumnos tenemos y para qué sociedad lo queremos formar. Es sólo cuestión de detenernos un momento a observar el panorama, la situación, y partir desde allí. Si no somos capaces de hacer esto, todos nuestros esfuerzos serán en vano.
Entonces el compromiso, la responsabilidad y la profesionalidad son fundamentales para el avance. El miedo que puede aparecer frente a lo nuevo puede ser vertiginoso pero una vez superado estoy segura de que nos sentiremos gratificados.
 Debemos plantearnos el desafío y entender que la tecnología presenta muchas posibilidades interesantes para lo científico y educativo. Además, entender que después de todo, la tecnología vino para mejorar nuestras vidas, no para dificultarla.



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